SAGRADO FEMENINO

En el vientre embarazado de tu abuela, los ovarios de tu madre ya llevaban la mitad de tu información genética.

Dos predecesores antes, la mitad de sus cromosomas ya existían. Para ser tú, ellos vinieron antes.

Tú eres el predecesor de sus existencias. Eres el grito silencioso que no pudieron dar.
Pero honrar lo femenino es también asentar nuestras emociones y decir los gritos no dados.

Una mujer que se permite ser ella misma es una mujer que confía en sí misma, que es franca con sus sombras, que relaja su pecho, que libera su angustia, para vivir una vida mucho más empoderada.

Sentir este sagrado femenino es, en primer lugar, ser conscientes de nuestras emociones. Significa dar espacio a la inmensidad de lo que es ser humano. Sentir rabia hasta dejar de ser culpables, sentir alegría sin miedo a que se acabe, sentir placer sin vergüenza ni culpa. Sentir es también con el cuerpo. Todo.

El feminismo consiste en rescatar esta sabiduría intuitiva de nuestro cuerpo, que tiene y guarda la historia en nuestros cuerpos a diario.
Sentir lo que tenemos que sentir es muy poderoso.

Así que,
estar completo;
Ocupa espacio;
ruge y hace ruido.

Y entonces verás lo poderoso que puedes ser. Sentir es liberador.
Creo que he escrito demasiadas veces la palabra sentir en este texto, ¡pero de eso se trata! Un cuerpo o un corazón cerrado no sólo se cierra al dolor, sino también a la posibilidad de ser completo.

Unirse con lo sagrado femenino, es un retorno a toda la potencia de tu ser.